viernes, 8 de julio de 2016

Muerte Vergonzosa (William Morris)

La poesía de William Morris siempre está llena de batallas y caballeros que se desangran bajo los árboles, nos sorprende con la agonía fingida de un guerrero en su lecho. El moribundo es vencido, destino infame que los guerreros temen. A su alrededor lo observan sus viejos camaradas de armas y el llanto de sus seres queridos. Casi podemos imaginar a la madre y a la mujer del soldado dejar que los hoscos guerreros entren en la habitación, mientras sus lágrimas buscan los rincones para una pena más íntima. Desean creer que el caballero expira al oír los recuerdos de su gloria, pero lo cierto es que murió lejos del hogar, lejos de las lágrimas y las voces amigas, y que eso que descansa en el lecho es un cadáver frío, rotundo; un despojo miserable de algo que no puede contenerse bajo una armadura.

Éramos cuatro en torno al lecho,
El sacerdote se arrodilló junto a él
Su madre de pie en la cabecera,
Frente a sus pies aguardaba la novia;
Estábamos seguros de que había muerto,
Aunque sus ojos permanecían abiertos.

No murió durante la noche,
No murió durante el día,
Pero en la luz del crepúsculo
Su espíritu falleció,
Cuando ni el sol ni la luna brillaban
Y en los árboles sólo flotaba un ámbar gris.

No fue muerto por la espalda,
Tampoco por la lanza o el hacha,
Aunque nunca pronunció una palabra
Desde que aquí regresó;
Yo corté el delicado cordón
Del cuello de mi hermano querido.

Él no azotó su golpe
Y la cobardía viene detrás,
En un lugar donde tiemblan los cuernos,
Un sendero difícil de encontrar,
Pues los cuernos oscilan en los arcos
Y el crepúsculo ciega los corazones.

Ellos iluminaron una gran antorcha,
Donde rápidos se agitaron los brazos,
Sir John, el Caballero del pantano,
Sir Guy, del doloroso golpe altivo,
Con tres veces veinte caballeros más diez,
Colgaron al bravo Lord Hugh al final.

Yo soy tres veces veinte más diez,
Y mi cabello se ha tornado gris,
He conocido a Sir John del Pantano,
Hace mucho, en un lejano día de verano,
Y me alegra pensar en aquel momento
En el que arranqué su vida con mis manos.

Yo soy tres veces veinte más diez,
Y mi fuerza quedó en el pasado,
Pero hace mucho yo y mis hombres,
Cuando el cielo estaba nublado,
Y la bruma se arrastraba por las cañas del pantano,
Matamos a Sir Guy, el del doloroso golpe altivo.

Y ahora todos ustedes, caballeros,
Ruego que oren por Sir Hugh,
Un hombre duro y honesto,
Y por Alice, esposa de un guerrero.


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