miércoles, 7 de diciembre de 2016

Las poseídas de Loudun

El caso de las endemoniadas de Loudun es quizás el caso más famoso de posesión diabólica colectiva que se conoce. Tuvo lugar en 1.634 en la ciudad francesa de Loudun. Afectó a las monjas ursulinas del convento de la localidad, supuestamente hechizadas por el padre Urbain Grandier, quien fue acusado de Brujería de acuerdo con el testimonio de las endemoniadas, y condenado a morir en la hoguera.
Urbain Grandier, era el párroco de Loudun. Era un hombre atractivo, elegante y refinado, tuvo relaciones con varias mujeres de la localidad.
Debido a su comportamiento, Grandier tenía numerosos enemigos en la ciudad. En 1.629, tuvo un incidente con el agente del cardenal Richelieu, que llegó a golpear al párroco. Grandier marchó de París para denunciarlo ante el rey Luis XIII; a su vez, sus enemigos lo acusaron de inmoralidad ante su superior eclesiástico, el obispo de Poitiers.
En Loudun se llevó a cabo una investigación acerca de la conducta de Grandier, dirigida por uno de sus principales enemigos. Grandier fue puesto bajo arresto en Poitiers por orden del obispo. En 1.630, fue condenado a abstenerse de ejercer sus funciones eclesiásticas durante cinco años durante el resto de su vida en Loudun. Salió de la prisión, donde había permanecido durante más de tres meses y apeló al arzobispo de Burdeos. En 1631, Grandier, gracias a sus influencias en las altas esferas, logró que le fuera levantada la suspensión y fue restaurado en su dignidad eclesiástica.
En el convento de las monjas ursulinas, vivían diecisiete monjas y la madre superiora. La superiora había solicitado a Grandier que se convirtiese en el confesor de las monjas, pero Grandier había rechazado su requerimiento. Tras el rechazo de Grandier, aceptó el cargo el canónigo Mignon, rival de éste en la carrera eclesiástica y que había perdido recientemente un pleito contra él.
En Otoño de 1.632, las monjas comenzaron a ser testigos de extrañas apariciones sobrenaturales que comunicaron a su director espiritual, Convencido de encontrarse ante un caso de posesión diabólica, Mignon hizo llamar a otros sacerdotes como exorcistas.
Comenzaron a exorcizar a las monjas. Durante los exorcismos, varias de las monjas, incluida la superiora, sufrieron violentas convulsiones, chillaron e hicieron proposiciones sexuales a los sacerdotes. Muchas de ellas narraron sueños pecaminosos. La superiora reveló que ella y las otras monjas estaban poseídas por dos Demonios, llamados Asmodeo y Zabulón, que había llegado hasta ellas cuando el padre Grandier arrojó un ramo de rosas por encima de los muros del convento.
Grandier trató de evitarlo recurriendo al arzobispo de Burdeos. Finalmente, gracias a éste los exorcismos se interrumpieron y las monjas fueron recluidas en sus celdas.
Continuaron, sin embargo, los refuerzos de los enemigos de Grandier para causar su ruina. Dieron al cardenal noticias de los fallidos exorcismos y le llevaron una copia de un libelo satírico que Grandier supuestamente había escrito sobre Richelieu. El cardenal hizo que Grandier fuera arrestado y acusado de Brujería.
Se llevó a cabo una nueva serie de exorcismos a las monjas que acusaron a Grandier de haberlas embrujado. Afirmaron que esta vez estaban poseídas por un montón de Demonios.
En 1.634, Grandier fue condenado a muerte, torturado y quemado. Siempre juró ser inocente. La crisis de posesión duró hasta 1.637.

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