La marca de las Brujas refiere a la evidencia de iniciación de las Brujas y los Hechiceros, quienes al realizar un pacto con el Diablo sellaban su compromiso de obediencia con una marca imborrable en el cuerpo.
El que oficiaba la marca era el mismísimo Demonio, a menudo utilizando sus propias garras o una aguja caliente. La marca poseía tintes azules y rojos y su sello no dejaba cicatriz.
La marca se realizaba al finalizar el Sabbath, momento de gran agitación donde se efectuaba el llamado "baile de las Brujas".
La marca de las Brujas se imprimía en sitios ocultos del cuerpo femenino, a veces debajo de los párpados, en las axilas y otras cavidades.
En cualquier caso, la marca de las Brujas era considerada como una prueba irrefutable de Brujería. Esta marca distingue a las Brujas y Brujos y les permite reconocerse mutuamente.
Todas las mujeres acusadas de Brujería eran literalmente vejadas por las autoridades de la Santa Inquisición con el pretexto de inspeccionar sus cuerpos en búsqueda de la marca del Diablo. Estos procedimientos eran horripilantes que actualmente comienza a barajarse la posibilidad de dejar de llamarlos "cacería de Brujas", y emplear el más adecuado: CACERÍA DE MUJERES.
La marca de las Brujas se caracteriza por ser una zona insensible al dolor. Tarde o temprano, todas las Brujas terminaban revelando un área con propiedades similares.
La mujer acusada, era desnudada y su cuerpo era afeitado por completo. Se utilizaban largas agujas para perforar su piel, comenzando por las áreas más sensibles. Si tenemos en cuenta que estos procedimientos normalmente se realizaban frente a una multitud de personas enfervorizadas, no es ilógico suponer que los gritos de las mujeres torturadas fuesen pasados por alto.
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