ya que al final mi cuerpo será destruido,
esta mano que amo como he amado a un amigo,
este cuerpo cuidé, lloré y disfruté;
ya que no hay escapatoria ni siquiera para mí,
que amo la vida con un amor insoportablemente agudo:
el olor de los huertos en la lluvia,
el mar y las inmóviles horas a solas;
ya que la oscuridad me espera, entonces, aún más,
déjame bajar mientras las olas se arrastran hacia la costa;
y déjame cantar con mi último aliento;
en estas pocas horas de luz levanto mi cabeza;
la vida es mi amante; dejaré a los muertos
si es que hay alguna forma de engañar a la muerte.
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