El Pegaso es un caballo alado, inteligente, bondadoso y salvaje.
Es una criatura muy tímida que sólo puede ser domado por personas de buen corazón. Los Pegasos detectan el mal de forma innata y no servirán a quienes intenten domarlos con fines malvados.
Tienen la forma y el tamaño de un caballo común y unas enormes alas emplumadas. Suelen ser blancos, aunque también se conocen Pegasos marrones y también los Pegasos Negros. Independientemente de su color, todos los Pegasos son seres afables y nobles.
Cuenta la leyenda que Perseo, decapitó a Medusa y de su cuello brotó Pegaso. Al poco tiempo de nacer, Pegaso golpeó el suelo del monte Helicón y del golpe surgió un manantial que considera la fuente de la inspiración poética.
A pesar de los intentos que muchos hicieron por domarle, sólo Belerofonte lo consiguió gracias a una brida mágica que le ofreció Atenea en sueños. Y así, Belerofonte y Pegaso cosecharon grandes proezas, como la muerte de la malvada Quimera, hasta el punto en que Belerofonte se comparó con los mismos dioses y trató de volar con Pegaso hasta el monte Olimpo para unirse con ellos. Pegaso lo derribó antes de conseguirlo y Zeus recompensó a Pegaso dándole alojamiento en los establos del Olimpo, y le otorgó el rayo y el trueno como símbolos de su poder. Pegaso pasó a ser con los años una constelación que se encuentra entre la de Piscis y la de Andrómeda.
Los Grifos son los enemigos naturales de los Pegasos. Cuando se enfrentan, el Pegaso aprovecha su mayor velocidad en el vuelo para cansarle y distraerle.
Si se enfrenta a un Dragón, intenta atraerlo a lugares de difícil acceso para que el Dragón no pueda seguirle y así aprovechar este tiempo para atacar en picado con los cascos y con los dientes.
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