En las Mitología Griega, las Hespérides eran las Ninfas de los árboles frutales que cuidaban un maravilloso jardín en un lejano rincón de Occidente.
Normalmente, las Hésperides eran tres. A veces se las llamaba "Doncellas de Occidente", "Hijas del atarceder" o "Diosas del ocaso".
El jardín de las Hespérides era el huerto de Hera en el Oeste, donde el único árbol o toda una arboleda daban manzanas doradas que proporcionaban la inmortalidad. Los manzanos fueron plantados de las ramas con fruta que Gea había dado a Hera como regalo de su boda con Zeus. A las Hespérides se les encomendó la tarea de cuidar estos árboles, pero ocasionalmente recolectaban la fruta para ellas mismas. Como Hera no confiaba en ellas, dejó en el jardín un Dragón de cien cabezas llamado Ladón para que lo custodiara.
Después de que Heracles completase sus diez primeros trabajos, Euristeo le asignó dos más afirmando que el enfrentamiento con la Hidra no contaba porque le había ayudado Yolao y tampoco contaba el de los establos de Augías porque fue pagado por él o porque los ríos hicieron el trabajo. Así que uno de estos trabajos adicionales era el de robar las manzanas del Jardín de las Hespérides.
Cuando llegó al Jardín de las Hespérides, Heracles engañó a Atlas para que cogiera algunas manzanas ofreciéndose él a cambio de sujetar el cielo mientras iba a buscarlas (Atlas puede coger manzanas porque en la versión de esta leyenda era el padre de las Hespérides). Al volver Atlas, decidió no aceptar los cielos de vuelta y en su lugar decidió llevarle las manzanas a Euristeo él mismo, pero Heracles volvió engañarlo aceptando quedarse en su lugar a condición de que Atlas sujetase el cielo un momento para ponerse su capa más cómodamente. Atlas accedió, y entonces Heracles cogió las manzanas y se marchó.
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