El Fresno es un árbol de hoja caduca perteneciente a la familia del olivo. Su origen se encuentra en la Europa Mediterránea y en Asia Menor. Dónde mejor se desarrolla es en tierras fértiles de suelos calcáreos y ambientes húmedos, es muy versátil y se adapta a una gran variedad de climas.
El Fresno es un árbol que crece relativamente rápido, desarrollando una potente raíz que después se ramifica en raíces laterales y alcanza una altura de entre 8 y 15 m. aunque puede alcanzar los 20 metros.
Sus hojas son de color verde oscuro y se disponen de forma alterna y sus flores aparecen a finales de Invierno y principios de Primavera.
Éste árbol ha sido venerado desde la antigüedad en casi todas las culturas paganas.
Los Griegos consagraron al Fresno como símbolo de solidez a Poseidón. De su madera construían lanzas y cercos.
En la Mitología Nórdica, el árbol del mundo, Yggdrasill, es un Fresno en el centro del universo cuyas raíces conectan entre sí los nueve mundos existentes en la Cosmología Nórdica. Para los nórdicos por lo tanto, el Fresno era un árbol muy importante y especial al que se tenía que venerar y respetar, ya que a partir de este árbol había sido creado también el primer hombre, Aske.
Para los Celtas, el Fresno también fue un árbol muy venerado, era el máximo representante del ciclo vital de la Naturaleza, ya que es el primer árbol en anunciar el Otoño en sus hojas, que se tornan amarillas y doradas y en celebrar la llegada de la Primavera, cubriéndose pronto de brotes. Para los Celtas, también era un árbol que conectaba el mundo de los hombres con el de los Dioses y en la Mitología Celta, además, conectaba los tres planos de la existencia: Abred, Gwynedd y Ceugant.
También según el folclore popular, los palos de las escobas de las Brujas estaban hechos de madera de Fresno.
Sus hojas se usan en la Actualidad como laxantes y diuréticos; aunque en la Antigüedad se le atribuían propiedades antirreumáticas y como antídoto contra la mordedura de serpiente.
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