El Basilisco era un ser mitológico creado por la mitología griega que se describía como una serpiente con un veneno letal y que podía matar con una simple mirada.
En el siglo VIII, el Basilisco era considerado una serpiente con una cresta con forma de corona o mitra en su cabeza. Supuestamente el Basilisco nacía de un huevo de gallina empollado por un sapo.
Según Plinio el Viejo, el Basilisco no medía más de 20 dedos. Poseía una marca blanca en la cabeza que se asemejaba a una diadema. Además del poder de matar con la mirada, su influencia era tan nociva que su aliento marchitaba la flora del entorno y resquebrajaba las piernas. Los únicos métodos seguros para matarlo era con el canto de un gallo, que aterrorizaba al Basilisco, o con una comadreja, que era el único animal capaz de vencerle con su olor, también con el coste de morir ella misma.
Isidoro de Sevilla fue quien definió al Basilisco como el rey de las serpientes, debido a su mirada letal y a su aliento venenoso.
Según Pierre de Beauvais nace a partir de un huevo deforme, puesto por un gallo al llegar a la edad de siete años e incubado por un sapo durante nueve años; por lo tanto al nacer tiene todas las características del gallo y el sapo. Otra manera de nacer y es probablemente la más acertada es que nace de un huevo puesto por un gallo e incubado por una serpiente y se dice que nace con cuerpo de gallo, lengua de serpiente y cresta.
El Basilisco vive en el desierto que él mismo crea al romper piedras y quemar pasto. Esto sucede ya que el Basilisco exhala fuego, seca las plantas y envenena las aguas. Sin embargo su característica más distintiva es matar con la mirada. De este modo se dice que quien mira a los ojos, morirá y si lo ve por un reflejo queda petrificado; pero si el Basilisco se veía reflejado en un espejo, se mataba a sí mismo.
En la Edad Media, el Basilisco pasa a ser un gallo con cuatro patas, plumas amarillas, grandes alas espinosas y cola de serpiente, que podía terminar en garfio, cabeza de serpiente o en otra cabeza de gallo. Hay versiones de esta criatura con ocho patas y escamas en vez de plumas.
Los egipcios creían que el Basilisco nacía de los huevos de Ibis.
Antes del siglo X ya aparecen leyendas de Basiliscos europeos, un animal que en la antigüedad era exclusivo de Libia, a excepción de algunas historias apócrifas. En el mundo musulmán también se observa esta utilización de las fuentes clásicas.
Durante el siglo XVI se acepta la existencia del Basilisco y lo verídico de sus propiedades.
Durante el Siglo de Oro, en la Literatura española aparece referencias de la bestia normalmente para compararla con la mirada de la amada. Lope de Vega, Quevedo o Cervantes usan a la criatura en sus textos.
Feijoo negaba que un animal pudiera matar con la mirada, lo cual esto creó muchas polémicas. No obstante, la gente siguió creyendo en esta criatura y en sus malignas propiedades.
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