Empusa era representada casi siempre de forma ridícula, y hasta cruel, ya que sus patas de burro eran símbolo de lascivia, es decir, de forma que no podía controlar sus instintos.
Empusa llevaba también un extraño calzado de bronce.
Cuando Empusa toma la forma de una mujer lo hace con algunas deficiencias y precauciones. Su aspecto era atractivo. Era alta, de formas delicadas, sensuales, con profundos ojos verdes. El problema de Empusa es que no puede disimular su aspecto infernal.
En la época de Aristófanes, el mito de Empusa empezaba a ser tomado como una broma en Atenas. En una de sus tragedias, sus personajes se burlan de Empusa; e incluso llegan a especular que su otra pierna debía de estar hecha de excrementos.
Con el tiempo, Empusa fue perdiendo sus inclinaciones antropomorfas hasta que finalmente abandonó todo su rasgo humano. Las leyendas cuentan que sólo se deja ver cuando hay luna llena, momento en el que recorre los montes y parajes deshabitados en busca de víctimas humanas, especialmente viajeros; o también animales, casi siempre bajo la forma de un lobo.
Sus lugares favoritos para emboscar a los caminantes eran las encrucijadas.
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