jueves, 22 de enero de 2015

La mujer en la sociedad Egipcia

Desde siempre se ha hablado bien de la mujer en la sociedad del Antiguo Egipto, de la gran libertad que gozaban respecto a otras sociedades de su tiempo, e incluso posteriores.
En muchos escritos se argumentan que a lo más lejos que podía llegar una mujer era ser Faraona. A diferencia de otras civilizaciones, la Egipcia transmitía su legitimidad a través de la línea materna, y de hecho a día de hoy hay mucha constancia de que han existido varias reinas-faraón.
La mujer podía elegir a su esposo, aunque solía solicitar como símbolo de respeto la aprobación de los padres.
En el ámbito de la familia, el modelo ideal era el de una pareja con sus criaturas, y cuántos más se tuvieran mejor, aunque debido a la alta mortalidad de las mujeres en los partos, se usaban anticonceptivos para evitar embarazos seguidos.
La mujer al contraer matrimonio no perdía su nombre ni su independencia. Adquirían cierto rango al casarse y administraban el patrimonio y lo organizaban todo en la casa.
La boda se celebraba solo en familia porque era un asunto privado. La boda comenzaba cuando la pareja se iban a vivir juntos. Las edades más frecuentes en una mujer eran los doce y catorce años y en los hombres los dieciséis.
La monogamia o la poligamia era una cuestión de decisión, el hombre al tener esposa y descendientes podía elegir si quería una segunda esposa o no, fuera del rango que fuera esta otra mujer.
El incesto era algo muy normal en la familia real y ni siquiera el adulterio de la mujer estaba penado, en el peor de los casos podían divorciase. El único tabú que había era el considerar la menstruación impura, al extremo de dispensar a cierto trabajadores de acudir a su puesto durante los días en la que la tenía su esposa. Si el matrimonio fracasaba, el hombre se lo comunicaba a su esposa ante testigos acreditados.
Las mujeres podían disponer de su propio patrimonio y tener su propio negocio. También podían decidir como dividir sus bienes entre sus descendientes.
El divorcio al igual que el matrimonio, era un asunto privado. Podía ser solicitado por cualquiera de los cónyuges. Ella podía recuperar sus bienes materiales y si no tenía podía volver con sus padres.
Los niños y las niñas de las clases altas podían aprender a leer y escribir. Estas criaturas asistían a la escuela de la Casa Jeneret. Allí vivía la madre del faraón, las esposas secundarias y los hijos e hijas de todas las reinas y concubinas.
Las damas de la Casa Jeneret eran enseñadas sobre todo en música y danza; aprendían a tocar el arpa, el laúd o la flauta.
También se las enseñaba a tejer y a elaborar útiles de belleza y aseo. Disponían de talleres de alfarería, carpintería y tejido, así también como graneros. Además, arrendaban sus propios terrenos para tener beneficios y también tenían reservas de caza y pesca.
La mujer como divinidad transmite la idea de una mujer madre, que es fuente de vida y de fecundidad.
Las damas con un estatus más alto se ocupaban muchísimo de su aspecto, especialmente del peinado y el maquillaje. La mujer usaba pelucas, durante el Imperio Antiguo, eran cortas. Las sirvientas no utilizaban pelucas, y su pelo era largo.
A partir del Imperio Medio, se siguen utilizando pelucas, pero ahora éstas imitan el peinado de la Diosa Hathor.
Durante el Imperio Nuevo, son más habituales las pelucas pesadas, con pequeñas trenzas, ondas o tirabuzones a media espalda. Muy adornadas con joyería o con coronas de nenúfares.
El uso de pelucas era un signo de distinción, pero al mismo tiempo, protegía a sus portadoras de los fuertes rayos del sol. En su mayor parte eran de pelo humano, pero también las había de fibra vegetal.
Los tejidos más preciados en un principio fueron el algodón, aunque más tarde se impuso el lino por la creencia de que era más puro. El color preferido era el blanco, aunque podían llevar algunos dibujos en los bordes.
En una primera época iban iguales tanto hombres como mujeres, con el torso desnudo, al menos las clases más humildes. Pero conforme va pasando el tiempo, la mujer va cubriendo su cuerpo.
Las mujeres de clases más altas llevaban un vestido largo y ceñido, era de una pieza y estaba sujeto con dos tirantes que les cubrían los senos. También llevaban una especie de capa corta cubriendo los hombros, para evitar el sol.
En la última época la vestimenta cambió sobre todo para las mujeres. Los obreros iban desnudos y con un taparrabos, y las mujeres trabajadoras llevaban amplias ropas, aunque algunas iban desnudas también.
La realeza y los escribas iban siempre depilados por todo el cuerpo, ya fueran hombres o mujeres, ya que el vello corporal decían que les alejaba de la divinidad.
La mayor parte de músicos y bailarinas eran mujeres esclavas. La mayoría de las mujeres se dedicaban sobre todo a tejer.
En la cosecha, las mujeres llevaban comida y bebida a los hombres. Además, hacían labores como sirvientas o molineras.
También existía el oficio de plañideras, que eran mujeres a las que se les pagaba para que acompañasen al cortejo fúnebre, al que precedían danzando, llorando y lamentándose en recuerdo a la persona fallecida. Se purificaban previamente masticando natrón y se perfumaban con incienso; vestían de blanco o azul y usaban pelucas rizadas.
Excepto en el Imperio Nuevo, las mujeres ocuparon puestos de escribas en diferentes categorías de la administración del Estado.
Muchas también adquirían el rango de sacerdotisas y muchas de ellas adquirieron la categoría de mujeres sagradas.
Las mujeres eran comadronas. Solían traer a las criaturas al mundo en compañía de otras mujeres. Nunca intervenía ningún médico.
La mujer aparte de tener su propio negocio podía colaborar en el de su marido.

Por  tanto, parece ser que no podemos hablar de una igualdad total en todos los sentidos, pero sí de una activa participación en el poder. Ello no impide que valoremos en su justa medida la excelente posición no sólo jurídica, sino social, y la gran independencia económica que tenía la mujer en el Antiguo Egipto, pues aún hoy en día existen muchas sociedades que no otorgan a sus mujeres el valor que se merecen.
 

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