En la costa, un charco de tierra
Rodea una capilla arruinada,
Custodiada por altas hierbas;
Dónde los días y las noches pasan
Sin oír ningún sonido humano.
Lamida por mares solitarios,
Sacudida por centinelas arbóreos,
Besada por la brisa salada;
Los días y las noches pasan
En la infinita melodía del silencio.
Y cuando los vientos atrapan
Un silencio más muerto que cualquier sueño,
Los crepúsculos se arrastran,
Y los días y las noches pasan
Hacia la nada más profunda.
Las ruinas vacías se funden
En el completo dominio de la Naturaleza,
Unidas con la semilla y el grano,
Así como los días y las noches pasan
Soñando con las lluvias del verano.
Lágrimas sepulcrales fueron sembradas aquí;
Ahora las tumbas también están muertas;
Inmóviles bajo incontables ramas desiertas,
Como los días y las noches pasan
Bajo el curso soñoliento de las estrellas.
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