martes, 4 de agosto de 2015

Modales en la gastronomía del siglo XIX

En este siglo aparece una estancia muy importante que debo mencionar: el comedor.
El comedor aparece como estancia delicada. Anteriormente, las comidas se hacían sobre mesas pequeñas desmontables o plegables en las salas. De ahí procede el dicho "poner la mesa".
Se distinguía entre el comedor diario y el de gala. El comedor estaba cerca de las salas de recibir.
Aparte de la mesa central, en el comedor había también rinconeras. Si eran altas, la parte superior era una vitrina donde se disponían objetos de vajilla para que fueran admirados. En las paredes había bodegones o cuadros relacionados con la caza. También había consolas aparador para colocar las fuentes que no cabían en la mesa. El comedor solía estar al principio de la planta baja, pero con el tiempo pasó a la planta principal. Así el acceso sería por la escalera de honor.
El mobiliario solía ser oscuro. Las sillas tenían diseños relacionados con la comida.
Un cambio que supuso otra pequeña revolución fueron las mesas extensibles.
Aparece también el antecomedor, donde se esperaba a que comenzara la cena. También se colocaban los calientaplatos para mantener la comida caliente y se tomaba en esta sala el café.
En la época de Fernando VII, se estilaba el servicio de mesa a la FRANCESA. Los platos se colocaban todos al mismo tiempo en la mesa y los comensales se servían lo que querían. Aunque había calientaplatos, a veces la comida se enfriaba.
Luego estaba el servicio a la RUSA, se impuso en España a mediados de siglo, en la época isabelina. En este estilo, los sirvientes iban trayendo los distintos platos, que se colocaban delante del comensal. Prácticamente, es como lo hacemos hoy en día. El servicio a la rusa indicaba que había un menú cerrado. Las piezas venían ya trinchadas desde la cocina y así estaban siempre calientes. Aparecieron también las copas que se colocaban en la mesa.

En la preparación de la mesa, desaparecieron las flores y los adornos que se colocaban en las mesas, ya que impedía una conversación fluida entre los comensales. Se solía colocar un adorno grande en el centro y otros pequeños en el resto de la mesa.
A la derecha del plato se coloca el cuchillo y la cuchara y a la izquierda el tenedor. Se utilizará primero el utensilio que esté más alejado, en el caso de que haya varios cuchillos y tenedores.
La servilleta se pondrá sobre el plato y jamás en la copa.
Delante de cada comensal habrá cuatro copas. Primero la de Jerez, después el del vaso para el vino de Burdeos, después el del agua y por último, la copa de Champán. Si se sirven más vinos se añadirán más copas. No se diferenciaban las copas de vino tinto o blanco.
Si se han tomado mariscos con las manos, se sirven unos boles con agua para que los comensales se puedan limpiar los dedos.
Entre cada comensal debe haber 70 cm de distancia, de forma que haya sitio para los sirvientes cuando presenten los platos.
La comida se servirá en tres partes y entre los platos algún que otro entremés.
El primer plato solía ser sopa, después carne, aves o pescado y para terminar un exquisito postre hecho con frutas, confituras o pastas.
Las compotas, confituras y el queso, se servían con cuchara. Las frutas se debía coger por el rabo y las pastas se pasaban en los mismos platos en que se presentaban.

Con respecto al menú, en los primeros platos se recomendaba servir dos sopas colocando las fuentes en los extremos de la mesa; se añadían cuatro platitos fríos, cuatro intermedios calientes y seis entradas a gusto del anfitrión. Con las sopas se bebía vino de Jerez. Los platos volantes fríos podía consistir en embutidos, aceitunas, etc. Con ellos se tomaba vino de Burdeos.
En los segundos platos se servían dos ensaladas, dos asados de pescado, dos de caza de pelo, dos de caza de pluma, dos aves caseras, poniendo la aceitera y la salsera a cada extremo de la mesa.
Con el pescado se bebía Burdeos blanco. Con las carnes y aves se servía vino de Borgoña, Para las aves también se podía tomar Champán.
Además, se ponían también entremeses fríos como rábanos, higos, lonjas de anchoa, etc. con los que se bebía vino del Rhin.
Si había un plato de legumbres se tomaba vino de Burdeos tinto.
Generalmente, esta parte de la comida terminaba con helados caseros de frutas.
Después de los helados, se retiraban todos los servicios, se cepillaba la mesa y se colocaba el postre.
Para el postre, había dos cestas de fruta de la estación del año en que se estuviera o dos pirámides de pastelería ligera en los extremos de la mesa. Con el postre se bebía vinos generosos.
Para comer el postre se colocaba un plato pequeño con cuchara y tenedor, dos cuchillos pequeños y un panecillo de pastelería.
El café se tomaba siempre en otra sala, momento que era generalmente aprovechado por los caballeros para fumar.

En España, en un principio, los desayunos se hacía a las 07:00, la comida hacia las 12:00 y la cena alrededor de las 18:00.
Tanto para el desayuno como la merienda, se bebía preferentemente chocolate acompañado de picatostes. A mediados de siglo, comenzó a tomarse también café para el desayuno.

Las invitaciones a una comida se podían hacer por escrito o de forma oral. Si la invitación había sido hecha por escrito, se debía contestar en las siguientes 24h. En caso de no aceptar la invitación, había que decir los motivos por los que no se podía asistir.
A la comida se acudían unos minutos antes de la hora señalada, jamás una hora o dos antes, ya que se dificultaban las actividades previstas en la casa del anfitrión que en esos momentos estaba ocupado vigilando como se preparaba la mesa, las señoras de la casa estaban arreglándose, etc.
Tampoco se debía llegar más tarde, ya que si los demás esperaban, la comida se había enfriado. Al que llegaba tarde se le consideraba un destripas meriendas, ya que obligaba a desordenar el servicio servido por los criados aparte de que interrumpía cualquier conversación interesante que se hubiera podido iniciar antes. En un caso así, se aconsejaba ir a una fonda, comer allí y ahogar las penas en vino.
Si ya estaban todos los invitados y habían sido presentados por el anfitrión, al anunciarse que la comida estaba lista, todos se levantaban para pasar al comedor. Los caballeros iban acompañados por una señora.
Además también se ponían tarjetas con los nombres para que cada persona supiera donde sentarse.
Una vez sentados, no se debía desplegar la servilleta ni comenzar a comer hasta que no lo hiciera el anfitrión o la persona de mayor rango.
El primero que había entrado en el comedor, era el último luego en salir.
Cada caballero debía atender las necesidades de la señora que tenía a su lado, estando al tanto de la bebida, acercándole los manjares que deseaba tomar, todo ello sin mostrarse pesado.
El anfitrión debía cuidar que los brindis que se hicieran tuvieran carácter general y de amistad para evitar problemas entre los comensales.
Los invitados debía quedarse como mínimo una hora después de la comida. Lo más educado era quedarse toda la tarde. Después de las comidas o cenas solía jugarse a diferentes juegos de cartas o billar. O se hacía pequeñas tertulias en grupos.
A los ocho días, el invitado hacía lo que se conocía como visita de digestión como forma de agradecer la buena comida ofrecida. La visita se hacía para decir que se lo había pasado estupendamente, ya que había digerido los magníficos manjares y que estaba ya listo para digerir de nuevo.

A continuación pondré una serie de consejos que se debían de tener en cuenta a la hora de una comida:
-No se pide Burdeos o Champán, sino VINO DE BURDEOS o VINO DE CHAMPÁN.
-El pan jamás se corta con el cuchillo, sino que se rompe con las manos.
-Aunque el café esté muy caliente, no se debe derramar sobre el platillo para beberlo poco a poco.
-No se deben roer los huesos de las aves.
-Se come con la boca cerrada sin hacer ruido.
-No se debe alargar la mano para coger una fuente que esté alejada.
-El invitado no debe toser, ni escupir y debe moverse lo menos posible.
-No se debe beber demasiado, ya que es posible que bebido uno hable más de la cuenta.
-Nadie se levanta si no lo hace el anfitrión.
-Los vinos intermedios y de los postres se deben aceptar aunque no se vayan a beber.
-Los dueños de la casa nunca deben alabar la comida que se ha servido, esto deberán hacerlo los invitados.
-El anfitrión no debe insistir en que los invitados beban o coman más de lo que quieran.
-No se debe hablar ni de tema tristes, ni de muertos, epidemias y enfermedades. Tampoco se debe discutir de metafísica, política ni religión.
-No se debe oler la comida antes de comerla.
-No se debe meter trozos grandes en la boca de forma que se hinchen los carrillos, sobre todo si hay señoras presentes.
-Si se retira algo de la boca, no se debe dejar caer en el plato, sino que se cogerá disimuladamente con la mano y se pondrá en el borde del plato.
-No se debe restregar los dientes con los dedos, ni con el mantel o las servilletas.
-No se debe secar el sudor con la servilleta.
-No se debe limpiar los dientes con el tenedor o el cuchillo.
-No se debe dejar el palillo en la boca.
-Hay que limpiarse la boca antes y después de beber.
-No se bebe con la boca llena.
-Las manos deben estar siempre sobre la mesa pero no los codos.
-La comida se lleva a la boca, no la boca a la comida.
-No se debe hablar al oído.
-Si uno tiene hipo o se le sube un eructo, hay que ponerse la servilleta delante de la boca y después bajar la cabeza reconociendo el disimulo de los demás.

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