Se recuerda a Azazel como el macho cabrío mediante el cual se expiaban los pecados del pueblo de Israel.
Los mitos hebreos, sostienen que, una vez al año se celebra una ceremonia en la que el oficiante conjuraba sobre la cabeza del animal sus propios pecados y los de su gente. Luego abandonaban al hirsuto Azazel en las arenas inmemoriales del desierto.
En la mayoría de Grimorios y Libros Prohibidos de la Edad Media, se utiliza un epíteto alusivo para referirse a Azazel: "el mensajero". En reconocimiento de las pesadas tareas purgatorias en las que se lo sometía en tiempos antiguos.
Por otro lado, se identifica a Azazel como el arquetipo de los Ángeles Caídos.
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