domingo, 22 de marzo de 2020

Tu Amigo El Vampiro (Conde de Lautréamont)

Este es uno de los grandes poemas del Conde de Lautréamont. Emplea algunos recursos típicos del Romanticismo y el Decadentismo para dar forma a una visión espeluznante. Hay que señalar que el poema no trata sobre la existencia de los Vampiros sino más bien de la necesidad de encontrar un aliado en los aspectos parasitarios del ser.

Sí, os supero a todos en mi innata crueldad, que no estuvo en mi mano reprimir. ¿Es esta la razón
por la que estáis todos postrados frente a mí? ¿O bien el estupor de verme, fenómeno inaudito,
recorrer como horrible cometa el espacio ensangrentado?.

Una lluvia de sangre brota de mi cuerpo inmenso, semejante a una nube negra que empuje ante sí
el huracán. No temáis nada, hijos míos. No quiero maldeciros.

El mal que me habéis ocasionado es demasiado grande; demasiado grande el mal que yo os he
ocasionado, para que sea intencional.

Vosotros habéis recorrido vuestro camino y yo el mío, ambos semejantes, ambos perversos. Era
natural encontrarnos, dada nuestra afinidad. El choque que ha seguido al encuentro nos ha
resultado recíprocamente fatal.

Al llegar a este punto, los hombres empezarán a levantar las cabezas, adquiriendo de nuevo valor,
y, para ver quién está hablando, alargarán el cuello igual que caracoles. De repente, su rostro
alterado, descompuesto, se deformará en una mueca tan monstruoso que incluso los lobos
quedarán aterrorizados.

Todos a la vez, los hombres se enderezarán de golpe, como un muelle gigantesco. ¡Cuántas
imprecaciones! ¡Qué clamor de voces!.

Me han reconocido.

Y de ahí que los animales terrestres se unen a los hombres y hacen oír sus extraños alborotos.
Ningún odio divide ya a ambas razas. El odio de cada uno está dirigido contra el enemigo común:
yo. El consentimiento universal les une.

Vientos que me estáis transportando, levantadme todavía más alto: temo la perfidia. Sí,
desaparezcamos, poco a poco de su vista. Adiós, viejo, y piensa en mí, si me has leído; y tú, joven,
no desesperes.

En efecto, tienes en el vampiro un amigo, aunque seas de otra opinión. Si además, tienes en
cuenta el ácaro sarcopto que te pega la roña, ¡tendrás dos!.

No hay comentarios:

Publicar un comentario