Más adelante, durante la hambruna que hubo en 1.845, Irlanda estuvo invadida por leyendas e historias sobre una abominable y terrible criatura llamada Dullahan, era una especie de jinete sin cabeza que surgía a la medianoche para alimentarse con sangre de los incautos que se cruzaban en su camino.
El Vampiro Dullahan cabalgaba en su caballo con la cabeza debajo del brazo, siempre dispuesta a recibir el alimento sanguinolento que el resto de su cuerpo se ocupaba de conseguirle. En algunas historias, incluso el caballo recorre las sombras perfectamente decapitado también.
Con el tiempo, las historias de Dullahan se volvieron mucho más espeluznantes. Se comenzó a hablar de que este Vampiro conducía un carro hecho con huesos humanos, tirado por seis caballos negros que echaban una espuma narcótica por la boca y un brillo rojo y enfermizo por los ojos. En ocasiones la cabeza de estos caballos infernales carecía por completo de piel.
Ya sea conduciendo ese carruaje infernal o cabalgando en su caballo, el Dullahan transita los caminos esparciendo enfermedades y la peste. Si alguien escucha sus cascos metálicos golpeando contra la tierra, es señal inequívoca de que la muerte ronda cerca, pero si el jinete es visto por cualquiera en los márgenes de los senderos, éste da media vuelta y se encargará, del modo más desvergonzado, de alimentarse con la sangre no sólo del curioso, sino de toda su familia.
El Dullahan es un Vampiro reconocido como avaro, de modo que se puede negociar una tregua siempre que se lleve algo de valor encima. Unas monedas alcanzan para demorar su furia, pero no su necesidad de sangre. Si alguien consigue librarse de ser masacrado por él debe primero indicarle a alguien que lo reemplace, pues su sed, es inaplazable.
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