En Hungría las leyendas de Licántropos y Vampiros son muy populares y a menudo confluyen en una sola criatura, mezcla de Hombre Lobo con Vampiro.
Si un Hombre Lobo prueba la carne de de una persona ejecutada, al morir como licántropo renacerá como Vampiro.
El Farkaskoldus, se levanta de su tumba en posesión de habilidades siniestras. Entre ellas, la de cambiar de forma a su voluntad, transformándose indiscriminadamente en gato, perro o cabra, para infiltrarse en aldeas y comunidades rurales sin despertar sospechas.
Discreto por naturaleza, el Farkaskoldus selecciona cuidadosamente a sus víctimas, casi siempre son personas ancianas o enfermas, tal vez creyendo que la cercanía con la muerte los vuelve más dóciles en su presencia.
Una vez que encuentra a su víctima, el Farkaskoldus se arroja sobre su cuerpo y bebe su sangre a través de numerosas incisiones y perforaciones hechas con sus dientes. La operación no deja de ser un riesgo para él ya que después de saciarse su cuerpo se vuelve notablemente denso, haciendo que su vuelta a la tumba antes del amanecer sea un verdadero esfuerzo.
Los cazadores húngaros saben detectar su presencia mediante sus huellas, que son de un tamaño asombrosamente grande, que casi siempre giran en círculos alrededor de una tumba determinada.
Una vez que el Farkaskoldus ha sido encontrado, existen numerosas formas de matarlo. La forma tradicional de hacerlo es quemarlo dentro de su ataúd y rociar las cenizas con agua bendita. Sin embargo, los húngaros prefieren efectuar varias operaciones como por ejemplo, clavarle una estaca de madera de fresno en el tórax, cortarles la cabeza y llenarles la boca con dientes de ajo.
En la provincia de Baranya, los cazadores de Vampiros prefieren amputar los brazos y piernas del Farkaskoldus y extraer su corazón por un tajo hecho en la espalda. Después, el cuerpo es quemado y su corazón es arrojado al río más cercano.
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