Yaciendo en tu lecho de medianoche,
Escucha debajo de la puerta
a los jóvenes que agotan su luz en suspiros;
llegará el día en que la penumbra los arrebate,
y en la oscuridad ya haya suspiros;
Como la noche que alivia la pena del amante,
Cúbreme con su piedad, ya que no hay mañana para mí.
En la Tierra a la que viajo
un lejano refugio me aguarda.
Su delicada cama está hecha de grava,
y en aquel gentil lecho yaceré;
con el pecho sofocado de cizañas,
descansando sobre otros,
cuya esencia era la luz,
y su destino es el polvo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario