-LOS COSMÉTICOS ERAN "INDECENTES":
No estaba bien visto que las damas victorianas usaran maquillaje y cosméticos antes de los 30 años pero a partir de esa edad una mujer debía juzgar si utilizarlos o no. Entre los cosméticos que estaban bien vistos se encontraban el colorete y los polvos siempre y cuando fuesen discretos. Tampoco había ninguna vergüenza en comprar mejoradores de piel y cabello. Los perfumes seguían la misma línea que el maquillaje: debían de ser delicados y evitaban asociarse con olores fuertes.
-LA PIEL, OBSESIÓN DE BELLEZA VICTORIANA:
Se bañaban con agua de diferentes temperaturas y jabones puros para mantener la piel inmaculada sin ninguna imperfección. Pero el baño no era suficiente con esponja, debían de frotarse la piel con cepillos de piel de camello.
-LAS ARRUGAS, UN GRAN ENEMIGO:
Los remedios que usaban para combatir las arrugas iban desde frotar la piel con diariamente con servilletas secas, a un tratamiento rejuvenecedor llamado "baño eléctrico", que consistía en que el paciente se sumergía en una bañera con agua y sal y se aplicaba electricidad a través de una esponja y una pila galvánica. La corriente, que podía ser regulada, era una forma de devolver la firmeza a los músculos. Otro de los remedios era a base de masajes o vendarse la cara con carne cruda antes de irse a la cama.
-UN IDEAL QUE HIERE Y DUELE:
Las damas victorianas se exprimían zumo de naranja sobre los ojos para tenerlos brillantes y usaban pomadas de Mercurio sobre el párpado para los ojos hinchados.
-EL PELO, ESE OTRO OBJETO DE DESEO:
El cabello era la obsesión de las damas victorianas. Uno de los tonos de pelo más deseado era el rubio, que se conseguía con Peróxido de Hidrógeno. Estos productos quemaban el pelo. Concienciados de su cuidado, se recomendaba el cepillado de 10 minutos 4 veces al día y existían productos específicos para evitar la caída del pelo. Uno de los más populares fue la grasa de oso, un cosmético que usaban tanto hombres como mujeres para el crecimiento del cabello.
-APARICIÓN DE UN NUEVO PRODUCTO:
El farmacéutico Robert A. Chesebrough, con un residuo de petróleo con propiedades curativas, así se patentó la vaselina. Este producto revolucionó el tocador ya que las mujeres la usaban como hidratante, aceite capilar y brillo de labios.
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