renuncia a las palabras y al lamento,
en vano tanto ansiamos responder:
mejor encontrar un lugar para yacer,
solo para estar muerto.
El silencio fue lo mejor,
mejor que las canciones y el lamento;
ahora sé las melodías desiertas;
ahora deja que las hojas muertas
y rojas del otoño cubran el laúd incierto.
El silencio es lo mejor:
por nunca jamás, eternamente,
descendamos y allí, durmiendo,
en algún lugar más allá de su conocimiento,
ella nos olvidará para siempre.
Deja que así sea:
más y más fría ella se ha de transformar,
el sueño y la noche fueron la perla;
yacer donde ya no podemos verla,
donde podamos descansar.
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