La relación entre el erotismo y la magia tienen una larga historia en el imaginario popular de Occidente, la práctica de la Magia Roja es una invención relativamente reciente.
Existen rastros de la Magia Erótica en la Edad Media, el Renacimiento y principalmente en obras de personas místicas como Emanuel Swedenborg; sin embargo, la Magia Roja propiamente dicha es un producto específico de la era victoriana.
No es ilógico pensar que la forma de entender la magia, relacionada directamente con el sexo, haya tenido un enorme impacto en el desarrollo de nuevas actitudes frente a cuestiones hasta entonces intachables como el amor o el matrimonio.
De todos los profetas de la Magia Roja en la Era Victoriana se destaca una figura controvertida, enigmática y prácticamente desconocida para la mayoría: Paschal Beverly Randolph.
La contribución más significativa de Randolph al ocultismo victoriano, y también la más polémica, es el sexo.
Randolph desarrolló una serie de elaboradas técnicas de Magia Roja que, aseguró que podían ayudar al individuo a alcanzar toda clase de objetivos, ya sean terrenales o espirituales; y todo eso a través de un estado de profunda realización física y espiritual.
En última instancia, Randolph, creía que la Magia Roja tenía el poder de desatar nudos profundamente arraigados en la psique.
Sus técnicas tuvieron una tremenda influencia en distintos movimientos ocultistas de la Era Victoriana y otros desarrollados durante el siglo XX.
A pesar de su enorme influencia, Randolph cosechó un interés casi nulo de los historiadores. De hecho, existe apenas un puñado de ensayos acerca de su notorio aporte a la Magia Roja; ausencia que también resulta inexplicable a la luz de sus contactos políticos, entre ellos, Abraham Lincoln, amigo personal del ocultista.
En una época donde el Evolucionismo daba sus primeros pasos, Randolph concibió una teoría a la cual bautizó "Pre-Adamismo", es decir, la creencia de que los seres humanos son anteriores al nacimiento de Adán y Eva de los mitos bíblicos. Sus polémicas hipótesis contrarias a los argumentos de la Biblia, sostenía que esta raza de hombres apareció hace alrededor de 100.000 años. Estas hipótesis fueron editadas en 1.863 en un libro prohibido: Hombre Adamita, firmado con el seudónimo Griffin Lee. En esta obra, Randolph, esboza los primeros intentos de explicar la Magia Roja como un residuo filosófico del hombre pre-adamita. Para contrastar sus ideas hay que decir que se anticipó incluso al nacimiento de términos como "sexualidad".
Dentro de este escenario de represión de los instintos, la Magia Roja prometía revelar las llaves para desbloquear los misterios más profundos del ser humano; es decir, de sus instintos primarios legítimos, anteriores a la historia de Adán, Eva y la manzana que nunca existió.
La Era Victoriana consideraba que el sexo es una fuerza poderosa pero también potencialmente peligrosa; un poder sagrado que puede ser crucial para alcanzar la realización personal pero que su abuso también puede conducir a la ruina social; de tal forma que la reprimió, la silenció, la hizo partícipe del costado primitivo del ser. La Magia Roja en cambio, intentó salvarla de esa prisión moral.
También hay que decir que Randolph exageró al empoderar de tal forma al sexo, convirtiéndolo en un vehículo potencial de las fuerzas más oscuras del universo.
La eucaristía de la Magia Roja es, naturalmente, el sexo; siendo el orgasmo un momento de quiebre donde es posible unirse con estas fuerzas cósmicas, ya sean oscuras o luminosas, que permiten al individuo acceder a planos de existencia imposibles e incluso adquirir poderes inimaginables.
Tal vez, para ahorrarse algunos problemas legales, Randolph recomendaba que la práctica de la Magia Roja debía ser realizada dentro del marco matrimonial; profetizando enormes peligros para aquellos aventureros que exploraran sus posibilidades por fuera de esta institución.
Lo verdaderamente curioso de esta filosofía de la Magia Roja es que su fundación coincide con otras prácticas notables de Randolph.
A medida que fue profundizando en el poder del erotismo se fue convirtiendo en un fuerte defensor de los derechos de la mujer; incluso fundó un grupo abolicionista que buscaba sentar las bases de una nueva sociedad igualitaria, libre y sin distinciones de raza.
Ése, quizás, fue el mejor mérito de la Magia Roja; entender que el sexo no es un pecado. Con esta certeza, es relativamente sencillo combatir otros prejuicios.
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