En la religión galo-romana, Secuana era la diosa de la personificación del río Sena, en particular de los manantiales del nacimiento del Sena, y de la tribu gala de los Sequani. Los manantiales se encuentran en un valle en la meseta de Langres, al noroeste de Dijon, en Borgoña.
Allí, se estableció un santuario y un centro de curación. Este santuario fue cogido después por los romanos, construyendo dos templos, un recinto de columnas y otras estructuras relacionadas con los manantiales y unas especies de piscinas donde los fieles podían sumergirse. En el templo se dejaban ofrendas incluyendo un vaso inscrito con el nombre de la diosa y lleno de joyas de plata y oro, monedas y, sobre todo, las diferentes partes del cuerpo humano, en madera, piedra, bronce o plata que representarían las zonas del cuerpo que la diosa debía sanar. Se incluían también enfermedades respiratorias y las enfermedades de los ojos como la miopía. Los peregrinos son representados a menudo en estatuas y relieves llevando ofrendas a la diosa, fruta, dinero o su mascota preferida.
Secuana fue representada con frecuencia con forma de una joven y de pie sobre una barca.
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