Resulta extraña y extremadamente bella, esta visión sobre el dolor por parte de Elizabeth Barret. Hasta las almas más devotas y sensibles se desbordan.
Os digo que la pena sin esperanza es pena sin pasión,
Y que sólo los hombres incrédulos sienten dolor,
Arrebatados por la angustia, en el aire nocturno
Ascienden hacia el trono de Dios vociferando conjuros.
Desierto pleno de almas, yace el silencio desnudo
Bajo el níveo y vertical ojo del Cielo absoluto.
El hombre de corazón profundo expresa la pena
Por sus muertos en el silencio más quedo, mudo,
Como una estatua descomunal erguida en eterna piedra,
Sin moverse hasta que él mismo yace en la tierra.
Tocadlos, el mármol de sus ojos nunca se humedece,
Pues si llorar pudiese, podría surgir y desaparecer.
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