Si actualmente el dolor de muelas es un problema bastante incómodo a pesar de que pueda tratarse eficazmente con un dentista, en la Edad Media, o incluso mucho antes, consistía en una verdadera catástrofe para la salud.
Existían divinidades inferiores que se ocupaban de este tipo de asuntos fundamentales para la salud, como el propio dolor de muelas.
En este sentido, la historia de Aibheaeg, el Hada que cura el dolor de muelas, es una de las más extrañas y poco conocidas de todas, ya que de ella, en realidad procede la leyenda de El Ratoncito Pérez en ciertas regiones, así también como El Hada De Los Dientes.
Aibheaeg procede de los mitos celtas, y su culto como diosa de las Hadas se extendía principalmente en la región de Donegal. Sabemos que su ocupación era curar el dolor de muelas, aunque también prestaba servicio para aliviar dolencias menos urgentes.
Los Druidas la invocaban en el llamado Pozo de Fuego, que era básicamente un estanque cuyas aguas aliviaban el dolor de muelas. Para obtener los favores del Hada era necesario dejar a cambio una piedra pequeña y completamente blanca en pago por el diente o la muela cuyo dolor se deseaba curar. Incluso en los Eddas, parte esencia de los mitos nórdicos, se describe la costumbre de ofrecerle al Hada el primer diente de leche que pierden los niños. A cambio, se creía, que ella permitía que el pequeño devoto creciera con una dentadura impecable y libre de caries.
Durante la Edad Media, las supersticiones alrededor del Hada de los dientes fueron perdiendo vigencia, o al menos la idea de que ésta podía curar el dolor de muelas y eliminar las caries. En cambio, se la asoció de forma directa a los dientes de leche de los niños.
En la región de Inglaterra, por ejemplo, los dientes de leche ya caídos eran quemados. De este modo, Aibheaeg, recolectaba las cenizas y les aseguraba a sus antiguos portadores una mordida impecable. En caso de no entregarle los dientes al Hada se corrían graves riesgos para la integridad espiritual; como pasar la eternidad buscándolos en otro mundo. Tal vez por eso los espectros sajones se caracterizaban en deambular por el Inframundo con una dentadura muy desmejorada.
Por otra parte, si no se ofrendaban los dientes a la Hada, existía la posibilidad de que una Bruja los encontrara. Esto, en la Europa medieval era calamitoso en términos de superstición, ya que si una Bruja tomaba posesión de un diente podía ejercer un poder absoluto sobre el sujeto.
La tradición de darles dinero a los niños que pierden sus dientes de leche nació de los vikingos. Los dientes de leche eran considerados excelentes amuletos para la buena suerte, sobretodo en la batalla; de tal manera que los guerreros pagaban una suma simbólica por ellos.
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