Los ungüentos mágicos para transformarse en Hombre Lobo fueron acreditados en numerosos procesos inquisitoriales contra la Brujería. Si bien su eficacia no puede ser admitida, al menos en todos los casos, sabemos que los ungüentos y las pócimas mágicas realmente existían. El ejemplo más conocido de pócimas mágicas es aquel que se le atribuye a las Brujas, que untaban sus cuerpos con sustancias probadamente asquerosas con las que podían, o creían poder, volar y hacían sus Sabbats y Aquelarres en la espesura de los bosques. No obstante, no todas las pócimas tenían este propósito logístico.
Algunos testimonios vertidos frente a los inquisidores dan cuenta de ciertos ungüentos mágicos que, untados en la piel a la hora propicia, podían transformar a cualquier persona en Licántropo.
No existen alegatos registrados de cómo se hacían estas pócimas mágicas para convertirse en Hombre Lobo. De hecho, en la mayoría de los casos no era el propio sujeto quien las confeccionaba, sino que procedía directamente de alguna criatura sobrenatural, en general, el Diablo o uno de sus agentes terrenales. En definitiva, poco y nada se sabe sobre estas recetas para convertirse en Hombre Lobo, salvo algunos ingredientes aislados, todos ellos saturados de componentes alucinógenos como Solanum, Acónito, Beleño, Hierba Mora, Belladona, Opio y Cálamo. Estos poderosos ingredientes eran macerados en alcohol y mezclados con grasa cuya procedencia no era siempre animal. Curiosamente, el último componente que se le agregaban a las pócimas mágicas para transformarse en Licántropo era, y aún es, un símbolo típico de los Vampiros: el murciélago.
Algunas fuentes han rastreado la enemistad entre Licántropos y Vampiros en esta tradición típica de quienes creían en los Hombres Lobo, ya que sus pócimas sólo incluían las alas de los murciélagos, tal vez una forma simbólica de dominación.
Los individuos se untaban la piel con estas pócimas, desde los pies hasta la cabeza, sin dejar un solo poro abierto. Los testimonios recogidos durante los juicios por brujería dan cuenta de las horrorosas sensaciones que experimentaban durante el proceso: la piel comenzaba a arder, primero ligeramente, hasta que se sentía que el cuerpo entero ardía en una combustión de hielo y fuego. Acto seguido, se realizaba una especie de danza, quizás vigorosa, hasta que la pócima comenzaba a surtir efecto, es decir, hasta que las sustancias eran absorbidas por la piel.
Entre los activos de estos ingredientes se encuentra la Atropina, Hiosciamina y Escopolamina; empleadas desde tiempos inmemoriales para aliviar el dolor e inducir el sueño. Pero en las altas dosis producen alucinaciones y una fuerte inhibición que reduce las capacidades sociales; nos convierte en bestias salvajes.
La historia de las pócimas mágicas para convertirse en Hombres Lobo, se fue degradando con el tiempo.
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