viernes, 10 de junio de 2016

Altamira

En 1.879, un arqueólogo, Marcelino Sanz de Sautuola, y su hija de 8 años, María, descubrieron en Cantabria una de las obras prehistóricas más importantes de la Historia: las pinturas rupestres de Altamira. Lejos de proporcionarle honor y gloria, su deslumbrante contribución a la historia le enfrentó con la Iglesia Católica, y también con la indiferencia y el escarnio de la comunidad científica de la época. A pesar de sus esfuerzos por demostrar la veracidad del descubrimiento.

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