Todos hemos visto alguna vez un dibujo de una Bruja que mezcla una extraña poción en un gran caldero.
El caldero es la herramienta del hechicero por excelencia. Es una antigua vasija para cocinar y preparar bebidas, llena de tradición mágica y misterio. Es el recipiente en el cual ocurren transformaciones mágicas.
La Wicca ve el caldero como un símbolo de la Diosa, la esencia manifiesta de la feminidad y la fertilidad. También simboliza el Elemento Agua, y se le relaciona con el punto cardinal Oeste; además simboliza la reencarnación, inmortalidad e inspiración.
Las leyendas Celtas correspondientes al caldero de Cerridwen, han tenido un fuerte impacto en la Wicca contemporánea. El caldero es a menudo un punto focal del ritual.
En ritos de Primavera es a veces llenado con agua fresca y flores; en Invierno un fuego puede ser encendido dentro de éste para representar el calor y la luz del Sol (el Dios), que retorna desde el caldero (la Diosa).
Esto se relaciona con los mitos agrícolas en los que el Dios nace en Invierno. llega a la madurez en Verano y muere después de la cosecha.
El caldero debe ser de hierro fundido, ya que tiene que soportar el calor, apoyado sobre tres patas y con su abertura más pequeña que su parte más ancha. Puede ser difícil encontrar calderos, incluso pequeños, pero buscando bien se llega a conseguir uno.
El caldero es una de las herramientas con las que el/la practicante de la Wicca realizará sus hechizos, o puede ser un instrumento de adivinación, llenándolo de agua y mirando fijamente sus oscuras profundidades; sirve también para quemar hierbas, hojas con peticiones, encantamientos, etc.
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