Casi todos los libros prohibidos y grimorios coinciden en afirmar que Anamelech es un Demonio oscuro y un siniestro portador de malas noticias.
Lo cierto es que Anamelech fue secretamente venerado por la facción heterodoxa de la comunidad sefardí; e incluso se cuenta que los hebreos españoles se lo llevaron consigo tras la expulsión de la Península, y que aun hoy funciona como símbolo del destino infausto y de la injusticia y el dolor que supone todo exilio.
Los poetas lo han asociado con las manzanas de oro del jardín de las Hespérides; aquel jugoso fruto que velaban las Ninfas y que sólo pueden saborearse en sueños.
No obstante, el verdadero pasado de Anamelech se encuentra en Asiria, donde no era un dios, sino una diosa lunar.
Tal vez, por eso Anamelech ha sido injustamente asociado a los Annunakis, aquella casta de supuestos seres extraterrestres que esclavizaron al mundo en tiempos remotos.
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