*LA MUÑECA DE PATTY REED
Otras muñecas producen miedo por lo que han visto. Es el caso de esta muñeca, la muñeca de Patty Reed, una niña de ocho años que en 1.846 viajó a California con su familia y otro grupo de pioneros conocidos como Donner Party. La caravana se atascó en la nieve durante tanto tiempo que agotaron sus provisiones y vieron obligados a devorar ratas, trozos de cuero, huesos... hasta que finalmente cayeron en el canibalismo.
Patty y su muñeca sobrevivieron a este horroroso viaje. Actualmente, la muñeca se encuentra en el Fort State Historical Park Museum, en Sacramento, California; y si bien no se la considera una muñeca maldita, las pequeñas y casi imperceptibles manchas de sangre que se ven en su tela, hacen inevitable imaginar a la pequeña y hambrienta Patty royendo viejas tibias.
Esta muñeca es originaria de Nueva Orleans, y fue vendida a través de eBay a una mujer de Galveston (Texas).
La muñeca no debió ser sacada nunca de su estuche de plata, recomendación que la mujer de Galveston desoyó apenas le fue entregada. Desde entonces, atormentada por pesadillas y pensamientos obsesivos, ha intentado volver a venderla a través de redes sociales.
Ciertamente lo consiguió, solo que el nuevo dueño apenas recibió una caja vacía. Según se dice, la muñeca Vudú insiste en reaparecer una y otra vez en el umbral de la mujer de Galveston.
Sería difícil resolver qué hacer como heredero cuando parte del legado familiar es una muñeca maldita. Una decisión similar tuvo que enfrentar una mujer llamada Anna, la actual "madre" de la muñeca Joliet.
Durante cuatro generaciones, las mujeres de la familia de Anna han sufrido una terrible maldición. Cada hija está condenada a dar a luz a dos niños: una mujer y un varón. En cada caso, el varón fallece misteriosamente al tercer día de su nacimiento.
Al parecer, Joliet, fue un regalo que la tatarabuela de Anna recibió de un vengativo y despechado hombre, quien habría acudido a los servicios de un mago negro, Joliet no solo ha maldecido a esta familia durante generaciones, sino que también cultiva el hábito de gritar en medio de la noche.
Sus alaridos, cuenta la leyenda, son escuchados únicamente por las mujeres; lo cual ha favorecido la sospecha de que Joliet es en realidad, una especie de prisión para el alma de todos los varones fallecidos de la familia.
La leyenda se inició a principios del siglo XIX y relata la historia de una hermosa mujer, hija menor de una familia adinerada, que contrajo matrimonio con un poderoso escocés. Lamentablemente, un despechado amante buscó venganza en la mítica reina del Vudú, llamada Marie Laveau.
La bruja maldijo a la novia, hecho que se manifestó en su primer parto. La joven falleció, pero no antes de dar a luz a una criatura grotesca. Fue la propia Marie Laveau quien crió a este niño diabólico. Su cuerpo finalmente fue enterrado en el cementerio de Saint Louis, pero los lugareños albergaban ciertas dudas. Muchos creían que el bebé seguía acechando en la oscuridad.
A modo de protección, muchas familias colgaron grotescos muñecos en las puertas de sus casas con la esperanza de espantar al bebé. Desde luego, eran imitaciones del deforme muchacho real. Muchos de estos muñecos aún existen.
Al comienzo de la Primera Guerra Mundial, los británicos presionaron el control sobre sus colonias. En Palau Ubin (Singapur), se capturó a un matrimonio alemán sospechado de espionaje, pero la hija de ellos consiguió escapar. Lamentablemente, en la huida perdió su muñeca, y al intentar recuperarla tropezó y cayó por la ladera de un monte.
Los lugareños erigieron un pequeño santuario en el sitio de la tragedia, con un altar de porcelana que supuestamente contenía algunos rizos de la niña. Muchos consideraron sagrado el lugar y no era infrecuente que se le tributaran juguetes y muñecos a la niña fallecida.
La Barbie de Palau Ubin solo está allí desde 2.007. Fue dejada por un hombre atormentado por una pesadilla recurrente, en la que se le aparecía una niña espectral que solicitaba la urgente devolución de su muñeca.
Esta Barbie imita el vestuario de la muñeca original, desde su llegada no se han escuchado más quejas de la pequeña.
James Bowman era un niño de dos años que en 2.008 recibió un muñeco Elmo de regalo, cuya principal cualidad es saberlo todo sobre su dueño (nombre, cumpleaños, etc.); ya que tiene un pequeño programa que memoriza estos datos.
El muñeco Elmo de James, poseía el desagradable hábito de incluir en su repertorio la palabra "mata"; de modo que cada vez que seleccionaba esa función para repetir el nombre de su dueño el muñeco ordenaba: "¡Mata James!".
Desde luego, los distraídos padres de James advirtieron tarde la anomalía. Le quitaron el muñeco, que antes de agotar su batería "vomitó" las más inquietantes amenazas.
Mandy es una muñeca de porcelana fabricada entre 1.910 y 1.920, donada al Quesnel Museum en 1.991. El donante no aclaró que por las noches podía escuchar horrorosos llantos provenientes de la muñeca.
En el museo donde se alojó a Mandy, también empezaron a ocurrir hechos extraños, sobre todo el ruido de pasos y quejidos inhumanos. Los empleados se quejan de la misteriosa desaparición de objetos y reapariciones todavía más asombrosas en sitios inexplicables.
Uno de los juegos predilectos de Mandy es observar fijamente. No importa en qué lugar del salón uno se ubique, los ojos de Mandy siempre parecen seguir al visitante.
Esta muñeca fue fabricada en 1.920 siguiendo la tendencia de la época, es decir, empleando las facciones y el cabello real de su futura dueña.
La dueña original de Pupa falleció en 2.005. Desde entonces, la muñeca tiene el hábito de moverse sola, cambiando periódicamente de lugar. Incluso su expresión facial cambió de forma notable, como si de algún modo hubiese rejuvenecido,
En 1.972, Kerry Walton regresó a Australia para el funeral de su abuela. Además de cumplir con este compromiso, aprovechó el viaje para enfrentar uno de los peores miedos de su infancia: una marioneta que fue fabricada hace unos doscientos años por una bruja gitana, quizás para homenajear el alma de su hijo recientemente ahogado.
Letta encarna la creencia gitana de que los espíritus pueden encapsularse en distintos objetos inanimados. Este muñeco confirma esta tradición ya que, de hecho, posee cabello humano real y pequeñas superficies de piel.
Nadie conoce realmente su nombre. Se llame Letta debido a los extraños gritos que ejecuta cada sábado por la noche.
Estos son los nombres de los Espíritus que supuestamente han tomado posesión de los muñecos. Todos ellos pertenecen a una familia de de Pennsylvania, quienes los consideran sus más preciadas posesiones.
Después de años de investigación, se llegó a la conclusión de que estos nombres nada tenían que ver con un grupo de Espíritus, sino con el alma extraviada de un niño, dueño legítimo de los juguetes, que aún desde el otro lado continua jugando con ellos, moviéndolos y llamándolos por los nombres que él mismo les había dado.
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