Aquellas personas que han experimentado sueños lúcidos, sin duda, responderán de forma afirmativa, que es posible controlar los sueños.
Pero para controlar un sueño no sólo hace falta saber que se está soñando. La mayoría de las personas han experimentado este fenómeno, mucho más frecuente de lo que se cree, pero son muy pocos los que han logrado tomar las riendas del sueño y llevarlo de principio a fin de forma voluntaria.
El primer paso para controlar un sueño, naturalmente, es tomar conciencia de que estamos soñando. No hay una herramienta eficaz, solo persistencia y ganas de experimentar.
Lo primero que debemos hacer es entender el sueño no como una proyección en bloque inconsciente, sino como una sucesión de círculos concéntricos a los que la conciencia puede acceder en ciertos momentos.
Estas "filtraciones" casi siempre terminan en despertares abruptos. La conciencia suele alarmarse en el mundo de los sueños, y su acceso al material onírico rara vez desemboca en una toma de acción decidida, sino más bien en una huida prudente.
El control de los sueños no es un hecho sencillo. De hecho, exige del soñador una fuerza de voluntad tremenda. Una cosa es saber que se está soñando, y otra muy distinta es controlar el entorno, el argumento, la arquitectura, y los personajes que se proyectan.
En cierta forma, cuando tomamos consciencia de que estamos dentro de un sueño nos convertimos automáticamente en intrusos. El sueño es el reino del Inconsciente, y se construye con sus propias reglas, leyes y símbolos, muchos de los cuales resultan repulsivos para la conciencia.
Los sujetos con mayores probabilidades de controlar sus sueños son aquellos que logran recordarlos en la vigilia. Esto puede entrenarse. En principio, hay que tener la intención de recordar, de acceder al estado del sueño como el acceso a una experiencia activa. Un modo muy eficiente de entrenamiento es llevar una bitácora de sueños. No importa recordar el hilo argumental de una pieza onírica en particular, sino registrar las imágenes, y sobre todo las impresiones que sobreviven al despertar.
Muchos sueños poseen una continuidad que no llegamos a percibir, De hecho, dos sueños aparentemente distintos pueden ser facetas de un mismo argumento que ha sido sesgado. Por eso es imprescindible llevar un registro metódico de todo lo que recordemos.
Recordar un sueño no es lo mismo que recordar un hecho objetivo, Los sueños son elusivos, huyen de la mirada censora de nuestro Yo; y se evaporan paulatinamente en los instantes posteriores al despertar. El recuerdo onírico, exige cierta determinación.
La experiencia del sueño lúcido no solo es fascinante, sino que en muchos casos prescinde de la voluntad exterior, y se produce espontáneamente.
Cuando la memoria de los sueños esté ya ejercitada, podemos pasar a la toma de conciencia del sueño.
Aunque parezca sencillo, no lo es. Los sueños solo nos parecen extraños cuando despertamos. Durante el proceso todo nos parece razonable y hasta lógico.
Ahora bien, nada de eso nos parece anómalo porque en definitiva no lo es. Los sueños son hechos de la mente inconsciente y representas asuntos y problemas que son reales. Las personas creativas llevan una ventaja considerable.
Si el sujeto logra preguntarse si está efectivamente en un sueño, la respuesta será automática.
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