1. EL LECTOR CRÍTICO: Este tipo de lector/a convierte la crítica literiaria en toda una forma de leer. Ningún argumento lo/la satisface por completo ya que muy pocas veces se entrega a la dinámica de lo fantástico. Naturalmente, esto no le impide disfrutar de sus lecturas, por el contrario, su goce radica justamente en la capacidad para formular ácidos comentarios mentales que destrozan personajes y capítulos enteros cuando éstos no lo satisfacen.
Este tipo de lector/a realiza comentarios bastante buenos sobre lo que lee, y rara vez se deja avasallar por el autor/a. Su crítica es deconstructiva, es decir, no se conforma con realizar observaciones genéricas sino que analiza el argumento desde una perspectiva fría y calculadora.
2. EL LECTOR CRONOLÓGICO: Este tipo de lector/a es aquel/aquella que adquiere libros pero solo los lee en el orden en el que llegaron a sus manos. No importa que su última adquisición sea la novela que más desea leer, si en la lista hay otras primero terminará con ellas.
Nada lo/la distrae de su cronograma. Puede devorar sagas completas en perfecto orden. Algunos/as, incluso, se proponen a leer la obra completa de un autor determinado siguiendo su orden de publicación.
Ese orden, esa capacidad para organizar melódicamente sus lecturas, lo/la vuelven un lector/a fiel pero que no tolera traiciones. Es muy probable que si la secuela de una saga no lo/la satisfizo continuará hasta terminar todas las entregas pero sin disimular su decepción.
Eso sí, cuando adopta a un/a autor/a o a una historia particular, no es infrecuente que la relea varias veces.
3. EL LECTOR DESCUIDADO: Este tipo de lector/a es desapegado, es cierto, pero también apasionado. Este estilo de lector es un verdadero torturador de libros. En su biblioteca se encuentran ejemplares en pésimo estado.
Es un/a verdadero/a destructor/a de libros, un sujeto táctil que no duda en llevar su material de lectura a cualquier parte. No es infrecuente que el transporte público extraiga libros arrugados y desmenbrados. No obstante, este hábito es una prueba de su ardor. El libro en tanto objeto le interesa realmente poco. La lectura, en cambio, le apasiona.
4. EL LECTOR BIBLIOTECARIO: Este tipo de lector/a es una persona meticulosa y obsesivo/a con el custodio de sus libros, desde luego, siempre impecables. Lee con una delicadez infinita, cuidando que las páginas no se doblen más de la cuenta y que siempre estén en su sitio asignado en la biblioteca.
Es un bibliófilo/a más que un lector/a. Adora los libros viejos, el olor a tinta y a páginas con historia detrás. Compra con mucho cuidado, y no es raro que adquiera ediciones raras sólo por el placer de tenerlas.
Es habitual que estos/as lectores/as se alarmen cuando otra persona se atreve a hojear sus libros, y más aún si lo hacen de forma descuidada. Establece una relación muy duradera con los libros que adquiere y rara vez los presta, salvo baja amenaza.
5. EL LECTOR ATRASADO: Este tipo de lector/a se trata de una especie que constantemente se reprocha de sus demoras. Tiene docenas de libros en mente que querría leer, pero siempre encuentra algún pretexto para no hacerlo. Finalmente, cuando los astros confabulan para darle tiempo, espacio y aquel libro que viene demorando desde hace meses, la tarea se vuelve más una responsabilidad que un momento para el disfrute.
El problema más serio que debe enfrentar este estilo de lector/a son los spoilers, y en gran parte las adaptaciones cinematográficas, lo cual restringe notablemente de las listas de películas que puede ver sin arruinar sus lecturas que terminará concretando meses e incluso años después de haberlas adquirido.
6. EL LECTOR RECOMENDADO: Este tipo de lector/a no lee absolutamente ningún libro si éste no le ha sido recomendado por alguien de su confianza. El "tienes que leerlo" es para él/ella una especie de aprobación divina para entregarse a una obra determinada. Jamás recomienda libros, en parte debido a que sus allegados ya los leyeron.
En los raros casos en los que se aventuran a leer algo sin recomendación primero busca comentarios y reseñas en internet.
7. EL LECTOR COMPULSIVO: Este tipo de lector/a compra y lee libros a un ritmo frenético. Se rige únicamente por sus gustos literiarios, y rara vez es posible influirlo. No sigue un orden cronológico. Sus lecturas están gobernadas por el caos. Tiene docenas y docenas de libros en lista de espera y cualquiera de ellos puede caer en sus garras y ser devorado en períodos muy cortos de tiempo.
No siente gran afición por el libro como objeto, y suele prestarlos con gran desinterés. Una vez que acaba con una obra sencillamente pasa a la siguiente, sin mirar atrás.
8. EL LECTOR DESFASADO: Este tipo de lector/a lee obras por fuera de su rango de edad. Este síntoma discurre en dos sentidos, aunque nunca el mismo sujeto:
-Por un lado, están los/as que a los 60 años leen desaforadamente a J.K. Rowlling, por ejemplo, emocionándose como niños con las andanzas de Harry Potter.
-Por otro lado, se encuentran los/as púberes que abordan con temeraria resolución a Kafka, por ejemplo, o que atraviesan los senderos de Proust o Sartre sin posibilidad alguna de incorporarlos.
9. EL LECTOR MULTITAREA: Este tipo de lector/a puede leer hasta cinco o seis novelas simultáneamente sin perder el hilo de ninguna. Practica una especie de orgía literiaria que conduce hasta el final como un anfitrión desenfocado pero tenaz a largo plazo. Rara vez se dedica a leer sin hacer otra cosa; puede abrir sus libros mientras escucha música, etc.
Poca veces abandona sus múltiples lecturas, sino más bien desplaza hacia un costado las obras que menos le interesan y luego las aborda con renovado entusiasmo.
Suele tener un libro a mano para cada ocasión y nunca se encomienda a uno solo. Sería algo así como la versión literiaria del politeísmo. Su memoria es notable. Retoma sus novelas y rápidamente vuelve a conectarse con el argumento y sus personajes.
10. EL LECTOR PROMISCUO: Este tipo de lector/a es similar al lector multitarea en su facilidad para abrir mentes, el lector promiscuo rara vez conduce su relación afectiva con un libro hasta el final.
En general, estos abandonos no tienen que ver con una crítica excesiva, sino con aburrimiento. Pocas veces quiere leer; se obliga a hacerlo, y de ese modo deambula entre libros sin hallar nunca el más adecuado. Eso sí, nunca se rinde. Cree fervientemente que algún día lo hallará.
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