Las Ondinas son las Hadas del agua que suelen estar en las profundidades. Dirigen grupos que guían el agua por su cruce natural.
El nombre de Ondinas viene del dios Odín ya que según la mitología se las creía hijas suyas. Poseían una gran belleza. No tienen cola de pez como las Sirenas. Su piel puede tener una tonalidad azulada o verdosa y los dedos de los pies y las manos están unidos entre sí por membranas, esto hace que puedan nadar muy rápido; tienen las orejas puntiagudas y el cabello muy largo y de color azul, amarillo o verde.
Poseen una energía muy receptiva. Su estación es el Otoño.
Mayormente se las representa saliendo del agua con su cabellera húmeda. Al igual que a las Sirenas, se les acusa de seducir a los marineros con su bella voz.
Adoran las perlas a las que consideran un don preciado y mágico, y según la leyenda que son el regalo que los humanos deberían ofrecerles para obtener su amor infinito y eterno. No poseen el concepto de bien o de mal, son traviesas y alegres. Les gusta jugar con los humanos, provocando corrientes en el agua hasta ahogarlos, pero no lo hacen por maldad, pues para ellas esto es un juego.
También hay Ondinas que se enamoran de humanos, cuando esto sucede se convierten en sus protectoras.
Su trabajo consiste en guiar las corrientes de agua por su cauce natural, dirigiendo a grupos de "Minutes", que son seres muy pequeños que les ayudan con las tareas.
Se cree que solo hay Ondinas femeninas, pero también hay masculinas, a estas se les conoce con el nombre de Wallanos. Forman parejas, siendo su amor profundo y duradero. A los Wallanos les cuesta más dejarse ver y no se conocen datos sobre posibles relaciones con humanas.
Las Ondinas no tienen alma, pero si encuentran una pareja humana y tienen un hijo, encuentran un alma, siendo a partir de ese instante, más intenso el sufrimiento y el dolor.
Hay una leyenda alsaciana sobre una Ondina; la leyenda cuenta que al nacer esta Ondina todas las Hadas se reúnen a su alrededor y le regalan dones preciosos. Su abuela, también hada, le regala el don de una persistencia excepcional. Un día, cuando la Ondina ya es una bella joven, es secuestrada por un noble que la enamora hasta tal punto que rehúsa ir a ver a su madre que estaba enferma. Su abuela la castiga con la condena de amar por siempre al noble. Pero él no la ama, y cuando se cansa de la relación finge creer que ella lo ha engañado con otro. Como prueba de su amor, le pide a la Ondina que le traiga un enorme jarrón lleno de agua del río Niddeck. La Ondina tardó tres días en llegar al río sin descanso durante el trayecto, y al llenar el jarrón se desmaya exhausta por el cansancio. Su abuela, conmovida y para evitar que siga sufriendo, la transforma en el hada protectora de las aguas del río. Desde entonces, los días de tormenta se puede ver su reflejo en las cascadas del río.
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