En la Mitología Griega, las Ménades eran seres femeninos estrechamente relacionadas con Dioniso. Las primeras Ménades fueron las Ninfas que se encargaron de la crianza de Dioniso, y que posteriormente fueron poseídas por él, quien les inspiró una locura mística. Esto lo seguían haciendo las Bacantes, que eran mujeres mortales que se dedicaban al culto orgiástico de Dioniso.
A las Ménades se les conocía como mujeres en estado salvaje y de vida enajenada con las que era imposible razonar. Se decía que ellas vagaban en bandas rebeldes por las laderas de las montañas. Los misterios de Dioniso y la intoxicación etílica las llevaba a un gran frenesí. Además se permitían grandes dosis de violencia, derramamiento de sangre, sexo y auto-intoxicación y mutilación. Se les representa a menudo ataviadas con coronas de hojas de vid, vestidas con pieles de cervatillo, una varita con una piña en la punta y adornada con hiedra o con hojas de vid, y además, danzando. También se decía que en su éxtasis llegaban a desgarrar a sus víctimas en trozos y después se comían la carne cruda.
En el relato mítico de la muerte de Orfeo, las Ménades lo despedazaban porque éste rechazaba el culto al dios Dioniso en favor del culto a Apolo. Otros dicen que lo hicieron porque éstas estaban afrentadas por la misoginia de Orfeo, pero luego ésto se sustituyó por que Orfeo era homosexual.
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