Es de un aspecto pálido y siniestro, se alimenta exclusivamente de sangre, tanto humana como animal. Según las leyendas medievales, los Bluatsauger son las almas corruptas de los muertos sin bautizar o aquellos que han caído en las "garras" de la Magia Negra.
El Bluatsauger huye rápidamente ante el nombre del Señor.
La tradición popular sobre los Bluatsauger ha sido cristianizada, esto no atenúa el miedo y el horror que causaban estos Vampiros en la región de Bavaria. Sus intervenciones son precedidas por el brote de la peste, aunque esto es aún dudoso, debido a que el primero en morir durante la plaga era acusado de ser un Bluatsauger.
Uno de los medios para impedir que un Bluatsauger se levantara de la tumba, era colocar un racimo de uvas bajo el mentón del cadáver sospechoso; aunque a veces también valía ponerle una moneda o una piedra en la boca.
Estos métodos no impiden la transformación de un cadáver al Bluatsauger, sino que impide su capacidad de moverse y, por tanto, de salir de su tumba. Para matar a un Vampiro hay que hacerlo directamente. No es posible eliminarlo antes de su "metamorfosis", precisamente porque antes de alzarse como Vampiro estamos en presencia de un muerto sin valor.
Matar a un Vampiro es un trabajo muy complicado; y este detalle no pasó desapercibido para los pueblos que creen en Vampiros. Allí radica el motivo por el que abundan métodos y medicinas tradicionales cuyo único fin es limitar a la tumba la existencia de un Vampiro.
El físico de un Bluatsauger es muy curioso; carece de esqueleto lo cual tiene un andar muy gelatinoso, por así decirlo. Su cuerpo está cubierto por un pelaje grueso y negro. Siempre sale de noche, llevando un puñado de tierra de su propia tumba con el puño cerrado. Esto se debe a que cuando un Bluatsauger decide convertir a un humano a su propia raza, lo obliga a comer tierra. Sólo de este modo alguien puede convertirse en uno de su especie.
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