Cuando el ojo del día se cierra
y emiten sus guiños las estrellas
cerca de mi cabaña forestal
truena furioso el bosque de los sueños
Hundidos en arena de alta mar
todos los corazones que me amaron
y que no volverán a amarme
vienen hasta mi puerta a reclamarme.
Dormid inmóviles, volved a aquellas
arenas que os cubrieron de olvido.
En lejanas moradas, sobre lechos
vacíos, descansad.
Sobre el eterno polvo o en el cieno
allí donde no perturbéis mis noches.
Dormid allí. Que nunca más volváis
a derribar mi puerta y reclamarme.
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